domingo, 13 de noviembre de 2011

No necesito nadie que me diga lo que soy

No soy rubia y no me gusta el Martini con hielo. No soy alta, en realidad, ni siquiera llego al metro sesenta y cinco, aunque con tacones altos lo sobrepaso. Soy incapaz de estarme quieta, hablo demasiado y me enfado muy deprisa, aunque se me pasa muy rápido. Lloro demasiado, pero soy tan divertida que en ocasiones te dolerá cada centímetro del cuerpo de tanto reírte. Lo que puedo prometerte es que no te aburrirás conmigo, te volveré loco y querrás salir corriendo de lo pesada que me pongo a veces. Soy impredecible, vivirás sin saber lo que te espera conmigo. También te darás cuenta, con el tiempo, de que soy algo caprichosa y un poco coqueta también, para qué negarlo. Soy algo vergonzosa, aunque a veces eso me juega malas pasadas. Canto en la ducha y escribiré tu nombre en los espejos y cristales empañados, y como no, en la arena. No necesito nada más que una sonrisa para salir de casa, y si chasqueo con los dedos hago mágia, tengo el poder de no preocuparme por nada.

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